domingo, 6 de febrero de 2011

Tantas manos.


Que yo no soy, que es él, que yo actué bien y el no. Ah no, de acá yo no me muevo. Que por cuestión de piel, de sexo, religión, tus zapatos no me los pruebo. ¿A quién le vamos a tirar una pared cuando ya no nos quede nadie? Tal vez un perro fiel a cambio de comer soporte hasta lo insoportable. Temiendo ser peor, temiendo ser mejor, temiendo al fin, siempre temiendo. Viviendo en el ayer, aletargando el hoy. Sí, Victor, sí, sobreviviendo. Juzgando al por mayor, te alejás más y más del juicio que más importa que es el juicio interior, que es el que hay que afrontar siendo parte de esta torta. La tribu dice el groove de un riff, ciento por ciento a la paz de la nicotina. Hipocondria maternal y paternal, hereditaria vitamina. Los placeres te acortan la correa y vos que te pensás un indomable. ¿Qué gracia tiene andar por esta sociedad jactándose de insobornable? Si como un pulpo vas tirando piedras, no hay donde esconder tantas manos..
Es mejor asumir la cobardia de huir a la responsabilidad de vivir.
No importa cuanto me puedas alejar de la realidad, yo siempre vuelvo. Psicologia infernal, picante dulce y sal pero despierto y ya no vuelvo. Pasado el tiempo al fin el espejo devuelve una imágen más familiar. Voy eligiendo a gusto y alternando puede haber picante dulce y sal. Me bato a duelo con quien diga que voy bien porque hay rachas en la vida. Soy grande y que señor no vaya a confundir la soberbia con la autoestima que la soberbia mira desde más arriba y no llora penas ajenas, en cambio el autoestima se transmite y contagia a cualquier persona buena.

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